La privacidad, tal como la conocemos, dejará de existir en un mediano plazo.
Antes de comenzar esta pequeña columna, creo conveniente aclarar el significado de algunos términos:
¿Qué significa Machine Learning?
Machine Learning (ML) es un termino que se utiliza para especificar un tipo de inteligencia artificial (AI, por sus siglas en inglés, Artificial Intelligence) Este software permite a aplicaciones ser mucho más autónomas y precisas al momento de predecir resultados sin estar recibiendo input de sus administradores o desarrolladores de manera constante.
Machine Learning utiliza algoritmos de aprendizaje para ir capacitándose a si mismo de manera autónoma. Puede interpretar datos estadísticos e históricos para predecir valores y resultados por sus propios medios.
La inteligencia artificial, o AI, podría considerarse como la matriz del Machine Learning, y es, en esencia, la simulación de la inteligencia humana a través de sistemas de la información. Cualquier software que detecte reconocimiento facial, traducción de lenguaje o interpretación de texto a voz artificial y/o vice versa está utilizando diferentes grados de inteligencia artificial. La inteligencia artificial no solamente se limita a sistemas de información en la manera convencional de concebirlos.
Un uso práctico de la inteligencia artificial es la de decodificar otros espectros de las ondas electromagnéticas para permitir a los humanos, por ejemplo, visualizar con color las ondas infrarrojas (termovisión o visión nocturna) o como es el caso del nuevo telescopio James Webb, que si bien obtiene sus imágenes en el espectro infrarrojo de las ondas electromagnéticas, adapta el resultado a las ondas que nuestros ojos son capaces de ver (nuestros ojos no son capaces de “ver” ni la “luz” ultravioleta ni la parte opuesta del espectro –la “luz” infrarroja–).
Machine Learning y la privacidad de las personas
Como todo avance científico, se requiere de un uso ético y transparente de todas estas tecnologías para que sus resultados no causen polémica o controversia entre los habitantes y, en algunos casos, no representen una violación a leyes y tratados de derechos humanos.
Un software de reconocimiento facial capaz de predecir género, edad y estados de ánimo no es ni bueno ni malo, per se, pero esta herramienta, en manos de un gobierno autoritario podría tener resultados catastróficos para la libre expresión: Imagínense que, del mismo modo que puede emplearse para combatir el crimen, lo que sería un uso ético y razonable de este tipo de tecnologías, también podría emplearse para detectar, con lujo de detalles, los rostros y la demográfica a la que pertenecen actores que se manifiestan públicamente por tal o cual medida en un determinado país.
Reconocimiento facial e identidades no binarias.
En estos últimos años, cada vez más países reconocen la no binariedad como una opción más de género en la documentación legal de las personas. En esta columna no voy a profundizar en esta medida sino que pondré en evidencia el hecho que ningún software de reconocimiento facial es capaz de detectar una identidad de género “no binaria”. En líneas generales se puede decir que, a diferencia de las identidades trans binarias, cuyos individuos si buscan expresarse bajo el género auto percibido, la identidad no binaria no tiene una expresión de género en si misma, y del mismo modo que está muy enraizado en el psiquismo de las personas la necesidad de asignarle un genero tanto a las cosas como a los seres vivientes, las computadoras no son la excepción.
Desde un punto de vista estrictamente clínico, las diferencias oseas en las personas versan acerca de un conjunto de características primarias y secundarias que dan ciertas pistas acerca del género. Por eso también existe un riesgo de violación a la privacidad y el derecho a la identidad de las personas cuya expresión de género no va en sintonía con su género auto percibido. En la vida real esto no sucede por que los seres humanos no se guían estrictamente por la estructura ósea de una persona para determinar su género, sino que también leen otras pistas como su postura, el tono, entonación y timbre de la voz, su vestimenta y los pronombres que utiliza para si misma.
El ART. 1 de la declaración universal de los DDHH, dice lo siguiente:
Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.
Uno de los grandes desafíos de la tecnología, en los próximos años, será el de virar hacia un uso libre, ético y humano de las mismas.
En mi ensayo Tecnología y Humanismo, uno de los planteos fundamentales es justamente ese: Como reconciliar estas dos variables que parecen, a simple vista, antagónicas. O redefinimos el significado de la palabra libertad, o adecuamos nuestras herramientas para garantizar que la privacidad de las personas no sea violada en favor de emplear herramientas para controlar el crimen o validar la identidad de los individuos.
En una encuesta llevada a cabo en el 2017 sobre una base de 5000 consumidores, la gran mayoría reveló que prefieren resguardar su privacidad a que las empresas utilicen inteligencia artificial para predecir sus gustos y poder enviarles promociones y productos relacionados con su manera de consumir.
Sin embargo, quienes leen este articulo podrán dar fe que cualquier cosa que hablan por Instagram o WhatsApp tendrá al corto plazo un correlato en términos de publicidad personalizada.
¿Facebook nos escucha? Claro que sí. Si bien esto está aclarado en los términos del servicio, las personas generalmente no suelen leer la letra chica o le restan importancia en la mayoría de los casos. ¿Cuál sería la solución? ¿Migrar desde WhatsApp hacia Discord o Telegram? Probablemente.
En mi experiencia personal, como no-usuaria de Facebook y usuaria a cuenta-gotas de Instagram admito que mi experiencia en internet es mayoritariamente positiva.
Las redes no solamente pueden causar un conflicto innecesario en términos de privacidad, sino también influir negativamente en el humor y el estado de ánimo de las personas. Además, si comentamos en Facebook absolutamente todo lo que hacemos en nuestro día a día, ¿Que nos queda para compartir con nuestras amistades y familiares durante un encuentro cara a cara?
El objetivo de las redes sociales no es conectar a la gente, sino utilizar a la gente como un producto de marketing. No sorprende que tanto WhatsApp como Facebook o Instagram sean servicios astronómicamente costosos de mantener, y que sean ofrecidos a sus usuarios sin ningún tipo de cargo. Cuando algo es demasiado bueno para ser verdad es por que, justamente, no lo es. Créanme que Zuckerberg, de boludo, no tiene un pelo. En un futuro cercano habrá instrumentos tecnológicos de los cuales no nos podremos resguardar, y esta no es una invitación para activar el modo paranoide y esconderse como una rata, sinó para comenzar a exigir transparencia en el empleo de las herramientas de reconocimiento y también para comenzar a hacer un uso ético, responsable e informado de las aplicaciones de internet, especialmente en una era donde los dispositivos móviles son mucho más que un teléfono.