La Inteligencia Artificial (IA) se está expandiendo rápidamente hacia cada rincón de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, pocos somos realmente conscientes del costo ambiental asociado a su crecimiento exponencial. Uno de los recursos que más peligran por el auge de la IA es, sorprendentemente, el agua.
Agua: un recurso cada vez más escaso
Si bien el 70% de la superficie terrestre está cubierta de agua, apenas el 3% corresponde a agua dulce. Y para complicar aún más el panorama, cerca de dos tercios de ese porcentaje está congelado en glaciares y, por ende, inaccesible.
Según la ONU, más de dos tercios de la población mundial enfrentan severas restricciones de agua al menos un mes al año. Para el año 2030, se proyecta que casi la mitad de la población mundial sufrirá estrés hídrico severo. Esto pone en jaque nuestro estilo de vida y nos obliga a reevaluar el uso que hacemos de este recurso vital.
¿Por qué la IA consume agua?
La relación entre la Inteligencia Artificial y el consumo de agua no es directa, sino indirecta. La IA no consume agua como nosotros la consumimos para vivir, sino que la utiliza en el proceso de refrigeración de los centros de datos, lugares donde miles de servidores funcionan las 24 horas procesando enormes volúmenes de información.
Estos centros de datos generan muchísimo calor debido al intenso trabajo de los GPUs que procesan las solicitudes de los modelos de IA. Para controlar y disipar este calor se emplean distintos mecanismos de enfriamiento, tales como circuitos cerrados de circulación de agua o torres de enfriamiento, que provocan evaporación significativa del recurso hídrico.
Por cada kilovatio-hora (kWh) de energía utilizado por estos servidores, se evaporan hasta 9 litros de agua. Esto se suma a que muchos países generan energía eléctrica utilizando plantas termoeléctricas, cuyo funcionamiento también requiere grandes cantidades de agua, elevando aún más la huella hídrica total de la IA.
¿Qué dicen los números?
Un reciente estudio de la empresa francesa de modelos IA, Mistral, reveló cifras inquietantes sobre el consumo de agua y la emisión de CO₂ asociado al entrenamiento y uso de sus modelos. Una consulta promedio (equivalente a generar una página de texto) implica la evaporación de aproximadamente 45 ml de agua y la emisión de 1.14 gramos de CO₂.
Si bien a nivel individual este impacto parece pequeño, la escala global de uso de IA multiplica su efecto dramáticamente. Solo en sus primeros 18 meses de operación, el modelo de Mistral generó emisiones equivalentes a las de 4.500 automóviles convencionales durante un año, y consumió tanta agua como para llenar 112 piscinas olímpicas.
De hecho, se estima que para 2027 el consumo mundial de agua asociado a la IA podría alcanzar los 6.600 millones de metros cúbicos anuales.
¿Qué están haciendo las grandes tecnológicas?
Gigantes como Google, Microsoft y Meta se han comprometido a revertir su impacto hídrico para 2030. Prometen reponer más agua de la que utilizan a través de diversos proyectos ecológicos. Sin embargo, no está claro cómo se alcanzará este objetivo en un contexto de escasez global del recurso.
Mi opinión personal: No es IA vs agua, es IA con sustentabilidad
Personalmente creo que la solución no es abandonar el desarrollo de la IA, sino exigir a gobiernos y corporaciones que adopten energías limpias y tecnologías sustentables para asegurar la disponibilidad futura de agua potable. Europa, por ejemplo, tiene un impacto menor porque recurre a una proporción más alta de energías renovables. Ese debería ser el modelo global a seguir.
No se trata de elegir entre inteligencia artificial o el agua potable, sino de exigir desarrollo sustentable. El alto consumo energético de la IA es uno de muchos problemas ambientales que enfrentamos. También es crucial adaptar nuestra infraestructura para que soporte el uso masivo de vehículos eléctricos, reducir el consumo innecesario de hidrocarburos, disminuir drásticamente el uso de jets privados y adoptar políticas de consumo responsable.
La tecnología tiene el potencial de ofrecer un futuro brillante, pero solo será sustentable si viene acompañada de una profunda conciencia ambiental y compromiso social.
¿Qué podemos hacer?
CEOs, directivos, e inversionistas en IA deberían reflexionar sobre estas preguntas clave:
- ¿Cuál es el impacto de su estrategia de IA sobre el consumo hídrico, y cómo planean reponer el agua que consumen?
- ¿Sus inversiones en IA generan más problemas sociales y ambientales de los que solucionan?
- ¿Han cuantificado y evaluado los riesgos sociales y ambientales en sus inversiones en IA?
Estas preguntas son necesarias para asegurar un futuro tecnológico sustentable.
En palabras del Secretario General de la ONU, António Guterres:
«El agua es un derecho humano y el denominador común para un futuro mejor. Pero el agua está en graves problemas.»
Fuentes y lecturas recomendadas: